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Un jubilado concibe un ladrillo antisí­smico al observar una obra

Andrés Villamarí­n Mora era uno más dentro del nutrido grupo de los jubilados que acostumbran a observar y comentar el progreso de las obras en nuestros pueblos y ciudades. Hasta que se encendió una bombilla en su cabeza, y el madrileño decidió ir un paso más allá de las simples glosas. Descontento con el tiempo que tardaban los obreros en colocar cada ladrillo cuando levantaban un edificio, resolvió inventar un nuevo tipo. No se lo dijo a nadie. Se encerró varias horas al dí­a en su cochera durante más de un año hasta que obtuvo un prototipo con el que estaba satisfecho. ¡Eureka!. No sólo habí­a logrado reducir los tiempos de colocación de las piezas en más de un 75%, sino que su ladrillo contaba también con propiedades a prueba de terremotos.

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