«Si quieres sufrir el machismo, firma tus correos como una mujer»: el experimento de un blogger que muestra la desigualdad
A Martin R. Schneider se le ocurrió una forma muy sencilla de saber si existía o no el machismo en los lugares de trabajo. Este bloguero de Filadelfia (Pensilvania, Estados Unidos) intercambió durante una semana su correo electrónico con una compañera de trabajo, para ver qué diferencias notaba. Y lo que ocurrió en esos siete días le dejó impactado.
Tres años después de la prueba, Martin ha recordado en Twitter cómo fue la experiencia de cambiarse el mail con su compañera Nicole Hallberg. Así es cómo lo revive, en una conversación que ha conseguido mies de retuits:
So here’s a little story of the time @nickyknacks taught me how impossible it is for professional women to get the respect they deserve:
— Martin R. Schneider (@SchneidRemarks) March 9, 2017
Os voy a contar una pequeña historia del momento en el que Nicole me enseñó lo imposible que le resulta a las mujeres conseguir el respeto laboral que merecen:
Nicole and I worked for a small employment service firm and one complaint always came from our boss: She took too long to work with clients.
— Martin R. Schneider (@SchneidRemarks) March 9, 2017
Nicole y yo trabajábamos en una pequeña ETT. Siempre recibíamos una queja de nuestro jefe: ella era muy lenta trabajando con los clientes.
(This boss was an efficiency-fetishizing gig economy-loving douchebag but that’s another story.)
— Martin R. Schneider (@SchneidRemarks) March 9, 2017
(Este jefe era un obseso de la eficiencia y un asqueroso amante de la economía, pero esa es otra historia).
As her supervisor, I considered this a minor nuisance at best. I figured the reason I got things done faster was from having more experience
— Martin R. Schneider (@SchneidRemarks) March 9, 2017
Yo era su supervisor, y consideraba esto como un problema menor. Me imaginaba que la razón de que yo hiciera las cosas más rápido se debía a mi mayor experiencia.
But I got stuck monitoring her time and nagging her on the boss’ behalf. We both hated it and she tried so hard to speed up with good work.
— Martin R. Schneider (@SchneidRemarks) March 9, 2017
Pero me quedé atascado agobiándola con lo que me decía el jefe. Los dos lo odiábamos así que ella siempre intentaba trabajar mejor y más rápido.
So one day I’m emailing a client back-and-forth about his resume and he is just being IMPOSSIBLE. Rude, dismissive, ignoring my questions.
— Martin R. Schneider (@SchneidRemarks) March 9, 2017
Un día me estaba mandando correos con un cliente sobre su currículum y me estaba resultando IMPOSIBLE. Era antipático, despectivo e ignoraba mis preguntas.
Anyway I was getting sick of his shit when I noticed something.
Thanks to our shared inbox, I’d been signing all communications as «Nicole»— Martin R. Schneider (@SchneidRemarks) March 9, 2017
Me estaba hartando de la situación cuando me di cuenta de que, gracias a nuestro buzón compartido, estaba firmando todos los correos como ‘Nicole’.
So I asked Nicole if this happened all the time. Her response: «I mean, not ALL the time… but yeah. A lot.»
— Martin R. Schneider (@SchneidRemarks) March 9, 2017
Así que le pregunté a Nicole su esto le pasaba todo el rato. Y me dijo “No todo el rato, pero sí, mucho”.
We did an experiment: For two weeks we switched names. I signed all client emails as Nicole. She signed as me.
Folks. It fucking sucked.— Martin R. Schneider (@SchneidRemarks) March 9, 2017
Hicimos un experimento. Cambiamos nuestros nombres durante dos semanas. Firmé todos los correos con clientes como Nicole. Ella lo hizo con mi nombre. Y amigos, todo apestó.
I was in hell. Everything I asked or suggested was questioned. Clients I could do in my sleep were condescending. One asked if I was single.
— Martin R. Schneider (@SchneidRemarks) March 9, 2017
Viví un infierno. Todo lo que sugería fue cuestionado. Los clientes más fáciles resultaban condescendientes. Uno me preguntó si estaba soltero.